Panamá, 20 jul (PL) El desaparecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar mantenía negocios con las agencias estadounidenses de inteligencia y antidrogas, reveló hoy aquí su hijo Juan Pablo, quien incluyó una investigación al respecto en su reciente libro.
Pablo Escobar: Infraganti, lo que mi padre nunca me contó es un texto en el cual su autor vuelca los resultados de seis meses de pesquisa, en los cuales confirmó la utilización de «las rutas del narcotráfico en convivencia con la CIA para financiar la lucha anticomunista en la Centroamérica de los 80″, dijo.
«También descubrí una ruta que mi padre la llamó el tren, que contaba con la convivencia de agentes de la DEA (Agencia Antidrogas Estadounidense) en el Aeropuerto Internacional de Miami para recibir personas que mi padre enviaba en vuelos comerciales dos veces por semana con 800 kilogramos de cocaína», afirmó.
El hijo de Escobar, quien usó el seudónimo de Sebastián Marroquín antes que se conociera su verdadera identidad, confirmó que durante tres años el cártel no perdió un solo gramo con la complicidad de las autoridades de Colombia y Estados Unidos, que recibían tres mil 500 dólares por cada kg.
Fotografías que evidencias tales vínculos y testimonio de personas que estuvieron directamente involucrados, forman parte del libro que es la continuidad del primer volumen Pablo Escobar, mi padre.
Entre las historias que escudriñó fue la del estadounidense Barry Seal (1939-1986), quien fue piloto de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) y posteriormente trabajó para la DEA, y testigo del escándalo Irán-Contras, basado en cómo la CIA financió a la contrarrevolución nicaragüense con comercio de drogas.
Juan Pablo se reunió con el hijo de Seal, para cotejar información de la relación Escobar-Seal, y explicó que la CIA utilizó aeropuertos federales, mientras la DEA controlaba el de Miami, lo que refleja una relación institucional, aunque no descartó participación personal en el tráfico.
«Las fotografías que publiqué en el libro, le costó la vida a Barry Seal en 1986, quien fue asesinado por hombres de mi padre en Baton Rouge, Luisiana y finalmente se logró acallar su testimonio. Hay una teoría de la familia de que Estados Unidos pudo conspirar para dejarlo sin protección», explicó.
El autor confesó que tuvo miedo revelar tales secretos, pero aseguró que en el mundo hay mucho interés por la figura de su padre, pero no porque se investigue a profundidad sus relaciones, por lo que ello implica, ya que no pudo hacerlo solo, sin ayuda de la corrupción.
Como parte de la investigación -aseveró- hablé con los enemigos de mi padre, como el paramilitar Ramón Isaza (Caruso), a quien «mi padre le mató uno de sus hijos, le hizo una docena de atentados y quiso desterrarlo del área que él dominaba, que era en las inmediaciones de la hacienda Nápoles», contó.